domingo, 12 de mayo de 2013

Espacios Urbanos

El Malecón forma parte de una zona urbana, puesto que, de acuerdo con Bjoennes Larsen, H. (2003), la población urbana se mueve de forma cotidiana en un sistema de calles en las que se distribuyen de forma irregular los bienes y servicios que son necesarios.



El Paseo del Malecón sí es un espacio urbano porque:
1. Se encuentra en el municipio de Veracruz, de los más habitados e importantes del estado, y se encuentra cercano al Zócalo que es punto de aglomeración y de desarrollo.
2. Surge como mosaico de comunidades: mexicanos, españoles y franceses forman el mestizaje de la población, entre personas del interior de la república y extranjeros que ahí se establecen.
3. Es básicamente un asentamiento de mercados: turismo, puerto, artesanías, posible piratería, comercios.
4. Tiene divisiones económicas del trabajo: ambulantes, trabajadores de comercios y muelle, miembros de la marina, turistas
5. En relación a la ecología humana, existe organización y estructuración de los organismos, determinados por la lucha por la vida. Existe competencia en los comercios pero también colaboración, al reconocerse como unidad dentro del motor turístico y como habitantes.
6. Tiene transporte suficiente, aunque no pase directamente sobre el Malecón, pues aunque es un lugar destinado al tránsito peatonal, no está cerrado a los automóviles, y diferentes rutas del transporte público pasan a una cuadra del Paseo, permitiendo una correcta comunicación entre el Malecón y diferentes puntos del municipio. El Zócalo, que se encuentra a pocas calles, también es punto donde se conjunta el transporte.
8. De acuerdo a la escuela de Chicago, la cuidad se estudia como un espacio de:
a. Desorganización: turistas pasean sin un orden estricto.
b. Marginalidad: Muchos de los ambulantes son personas con evidentes necesidades económicas, en especial los jóvenes y ancianos que se sumergen al agua por monedas o que sacan cangrejos, erizos, conchas y otras especies del mar para ganar dinero vendiéndolos o mostrándolos.
c. Aculturación: Se privilegia el turismo recreativo
d. Asimilación: Las nuevas modificaciones al Malecón son entendidas y apropiadas por los lugareños; los turistas no se afectan de ellos a menos que visiten con frecuencia el lugar que, al ser recreativo, puede mejorar la experiencia.
9. Es un espacio formado de espacios públicos en su mayoría, o privados que permiten la comunicación entre las personas. Pueden estudiarse las actitudes, sentimientos y la "vida mental" del habitar humano, de su experiencia urbana.”
10. Existe una “libertad del urbanita”, donde las personas muestran una actitud apática y superficial frente a la muchedumbre.
11. Robert Ezra Park considera a la ciudad como un conjunto de costumbres y tradiciones, de actitudes organizadas y sentimientos inherentes. El Gran Café de la Parroquia combina estos elementos, al ser, per se, una tradición, parte de la costumbre de tomar café que es tan difundida en Veracruz por la producción del mismo, ambos contienen sentimientos inherentes y tienen actitudes organizadas, pues se cuenta con una estructura de negocio. El Paseo del Malecón tiene las mismas características pero con actitudes cambiantes pues la remodelación enfocada al turismo hace que, al igual que los sentimientos, tomen rumbos y cargas simbólicas diferentes.
12. Hay respuestas simbólicas, presentes en el Malecón durante el tour que ofrece el tranvía por Paseo de Malecón y el Zócalo, en el Gran Café de la Parroquia y el puerto. Actúan sobre la base de las significaciones, derivadas de la interacción social, en un proceso de interpretación, donde los lugareños y los turistas poseen significaciones, interacciones e interpretaciones diferentes.
13. Existe crecimiento y desarrollo de él y/o de sus alrededores, esto presente en la modernización y la expansión dentro del mar del puerto y la macroplaza. Se presenta a sus alrededores en la Plaza las Américas, entre el Zócalo y el Malecón que aumenta en tiendas departamentales y otros comercios.
14. Existe un discurso. El Paseo en sí mismo es un espacio público abierto que facilita la comunicación de entre sus asistentes y los lugares, así como las acciones de gobierno que permiten un uso activo y compartido: diseño y distribución, remodelación y mantenimiento, seguridad, eventos, transporte.

Qué hay en el Paseo del Malecón?
El Paseo del Malecón se conforma de espacios públicos y monumentos que brindan sus características propias y son:
• Faro Venustiano Carranza.
• Torre de Pemex.
Mercado de artesanías
Muelle
Macro plaza 

• Paseo del Malecón
El Malecón veracruzano es un conducto que sigue el observador normalmente, ocasionalmente o potencialmente de acuerdo a la intención con la que se le visita. En este modo, la frecuencia es diaria para los comerciantes, pues su fuente de trabajo, sea formal (en los negocios fijos) o informal (ambulantaje), requiere que acudan al Paseo obligatoriamente.
Mientras que lugareños acuden por tradición y costumbre, los excursionistas lo hacen porque es un sitio “considerado obligado para la visita de todos los turistas.”
Por la tarde y noche, se privilegia la acera de lado del mar, donde el espacio y la vista son más llamativos para los paseantes, además de que los comerciantes informales refuerzan la senda al establecerse en la orilla de la misma acera, de espaldas a la calle, estableciendo un límite de paseo a dicha acera.

Al ser una zona urbana, está compuesto de espacios urbanos que pueden ser hitos, nodos, mojones, sendas o bordes:

Hitos:
• Paseo del Malecón
La zona es un hito de Veracruz debido a su presencia material e importancia histórica, así como por la carga simbólica que le atribuyen los habitantes de la zona aledaña, el Gobierno y los turistas. El Malecón es uno de los puertos más importantes y más grandes del país, impulsado en gran parte por el sector turístico.

• Gran Café de la Parroquia
• Faro Venustiano Carranza

Nodos:

Gran Café de la Parroquia
Macroplaza principal:

Bordes
• Mar:

• Camellón
No se considera una senda a pesar de que se puede caminar sobre él. Se considera borde porque divide al Paseo del Malecón en dos partes, el de los comercios formales y el de la costa, que es un nodo al llegar el atardecer. Además, divide los sentidos del tránsito y permite una ligera división visual por la presencia de palmeras.

Barrios
• Paseo del Malecón
Forma parte de un barrio que puede ser tanto el municipio de Veracruz como la zona del Zócalo, pero posee una identidad diferente. Mientras se va al Zócalo a comer, al bar o al antro o a caminar, el malecón se caracteriza por los recorridos turísticos, la tranquilidad, la vista del mar y de los espectáculos de fines de semana; los comercios modernos y numerosos no se ven tan presentes pues la tradición domina la zona.

Mojones
• Torre de Pemex

Faro Venustiano Carranza.

Inaugurado por Porfirio Díaz en 1910 y más tarde designado como centro de los poderes de la nación por Venustiano Carranza del 26 de noviembre de 1914 al 11 de octubre de 1915, de quien además se observa una estatua enfrente del parque que da la cara al Paseo del Malecón.
El Faro Venustiano Carranza mide 50 metros, está flanqueado por dos cuerpos de dos pisos y en su planta rectangular alberga un patio rodeado por arcos de medio punto. Aquí fueron decretadas las reformas al Plan de Guadalupe, la Leyes Agrarias, entre otras y el Decreto del 2 de julio de 1915 gracias al cual San Juan de Ulúa dejó de ser cárcel. Desde el 21 de mayo de 1935 es la sede de la Tercera Zona Naval Militar de la Marina Armada de México.

Torre de Pemex

Diseñado por el arquitecto Carlos lazo, un edificio de planta cuadrada, en forma de prisma rectangular, de trece niveles, con terrazas que en su momento funcionan como departamentos de lujo, en un terreno ubicado entre el muelle y el Faro Venustiano Carranza se construye hacia 1953. Incluye el diseño de jardines, un espejo de agua, escalinatas y rampas de acceso. Se pueden admirar los conjuntos escultóricos de Francisco Zúñiga.
“En la expresión arquitectónica y plástica de este edificio existen valores indiscutibles que manifiestan el medio tropical en que se ha construido. El esbelto y audaz pórtico que lo circunda proporciona al banco una zona de sombra verdaderamente grata, y el voladizo superior, de hormigón armado a manera de pérgola viene a reforzar su fisonomía arquitectónica.”2
En sus inicios albergaba al Banco de México y representó el interés de la República por entrar al contexto mundial como un país moderno y económicamente estable.
Un museo se ubica en las instalaciones de la Torre Pemex en Veracruz. Actualmente en la planta baja del edificio se exhiben modelos a escala de las Terminales Marítimas de Pemex, así como de algunas naves pertenecientes a la empresa, fotografías históricas, elementos utilizados para la protección marina, entre otros,3 así como la historia del Petróleo, sus técnicas de extracción y una maqueta del Dique Seco de Ciudad Madero. El museo no está abierto al público pero atiende a grupos de estudiantes en visitas guiadas previamente programadas. Por esto puede considerarse un mojón, su carga histórica y simbólica y el no ser usado para el acceso permiten clasificarlo de esta manera, sin embargo, puede salir de esta categoría al no ser un referente obligado de los lugareños pues no le reconocen la carga simbólica que su historia y funciones le ameritan.
En conjunto con el Faro Venustiano Carranza forman un espacio abierto que puede clasificarse como un nodo. Espacio parte del Paseo del Malecón, es también un espacio de interacción. Las familias conviven, las parejas se enamoran y pelean, las madres regañan a sus hijos y algunos niños incomodan a otros asistentes o crean nuevos lazos infantiles donde quizá la madre forme también amistades. La tranquilidad permite el diálogo, un diálogo vigilado por gigantes bajo el cosmos y junto al misterio del mar. Escenario mágico


Gran Café de la Parroquia

"Ir a Veracruz sin ir al Café de la Parroquia es como no haber ido a Veracruz”. Por su tradición que comenzó a mediados del s. XVIII, bajo el Portal de la Parroquia, donde las primeras pulperías de la ciudad -aguardiente, vino y café- vieron la luz, nace el que hoy se conoce como el Gran Café de la Parroquia.
Heroica pulpería que luchó contra un galeón francés que atacó a Veracruz, primer colonia establecida, entre 1808 y 1818. En 1823 fue afectada por los españoles que aún ocupaban San Juan de Ulúa, y en 1941 se convirtió en propiedad de Isidro Insera quien la dividió en tienda y café.
Para 1908 y 1913 se introdujeron tranvías eléctricos, alumbrado público en la ciudad, y se da la emisión de billetes y monedas propias del café que eran aceptados en diversos comercios y tranvías.
En 1938, José Fernández y Fernández, “Don Pepe”, lo bautiza como “El Gran Café de la Parroquia”. pero en 1944 la familia Fernández Ceballos se independiza e inaugura el Gran Café de la Parroquia justo frente al Malecón en la calle de Gómez Farias, donde se encuentra actualmente.
A finales de los 90’s, se crea el concepto del tráiler “Expresso de la Parroquia” para llevar a México la historia y tradición del ya simbólico café. A inicios del 2000, surge el primer módulo para dar servicio rápido a los conductores desde su automóvil. Actualmente tiene 12 módulos, uno en el DF y los demás, en los estados.
En 2008, con motivo del bicentenario se inaugura la primera sucursal “Parroquia 2000” en Boca del Río, Veracruz.1 Pero el nombre no es lo único que une a estos lugares. El sabor del café, la sección “de la casa” donde los clientes frecuentes se reúnen, los espectáculos donde dos jaranas gemelas que bailan al ritmo del son jarocho, una en Malecón y otra en Boca del Río, y el creciente rechazo por parte
de la población joven que comienza a demeritar el “sentarse por un café”, o los comentarios encontrados que circulan por las páginas de internet y hasta recibir a todos los presidentes anteriores a Vicente Fox y otros personajes, reviven y construyen nuevos significados para los veracruzanos.
Este café se ha convertido en un hito por ser referente del Puerto de Veracruz, por su carga histórica y su uso. La tradición y la modernidad se juntan y separan en él, las máquinas de café de hace un siglo, el barista, el sonido del vaso contra la cuchara para pedir café y los platos hechos en serie forman lo que hoy es el Gran Café de la Parroquia.



















Crónica del Malecón de Veracruz

Piquen el siguiente link y vean: El vídeo de nuestro equipo sobre el Malecón de Veracruz :)


Crónica del Malecón de Veracruz.

Las aguas en calma, las olas ausentes, las pieles pegajosas, los automóviles bulliciosos, los pies calientes, las calles vivas, las palmeras bailarinas, los buques andariegos, todos se han reunido a las orillas del mar, cerca del Malecón de Veracruz, para atestiguar la crónica de la vida diaria de éste paseo emblemático del puerto de este estado.
El Malecón está vacío a mediodía. El sol se abalanza sobre cualquiera que se atraviese bajo su camino, asustando hasta a los mosquitos. Venustiano Carranza es el único que sabe cómo mantener su figura de cobre de más de 10 metros sin escurrir gota de sudor alguna.

Un grupo de muchachos de piel canela y complexión escuálida preguntan a la gente que camina por ahí: “¿Le saco una moneda del mar? ¡Aviéntela y verá que la traigo de vuelta!” Lo que pocos saben es que esa moneda jamás regresará a sus manos.
Siguiendo la línea, los adoquines oscuros que cubren el suelo del Malecón, ahí donde el mar choca contra una pared de concreto, se encuentra el Mercado de Artesanías Miguel Alemán Valdés. Abundan los pequeños productos también conocidos por todo visitante como “recuerditos”. Las conchas para la tía, las chanclas para el sobrino, las playeras para los amigos, los vestidos para las ahijadas, las tazas para las abuelas, las postales para el que falte.
Es abril y ya ha llegado la primavera-cruzana a estas tierras, la cual justamente al otro lado de la calle, viene saludando con sus calurosos amaneceres a los comensales y a una bailarina de vestido blanco, que taconea al ritmo de un son jarocho instrumentado por dos jaranas y un arpa dentro del Gran Café La Parroquia. Afuera los marimberos se preparan para iniciar el espectáculo, para quienes en unos minutos, entren al restaurante a almorzar.
Una par de marinos recorrían el paseo, desde el mercado de artesanías hasta la torre de Pemex y de regreso. Mientras pasaban entre la gente sonaba en algún celular la canción de Celebration interpretada por Kool & The Gang. Los marinos pasaron de ser los hombres con las botas pesadas y el rostro cubierto a un par de personas disfrazadas que caminaban con singular gracia.
A los habitantes del lugar la presencia de la Marina les da una sensación de seguridad tremenda. Aseguran que las cosas han ido mucho mejor desde que “los policías marinos” vigilan las calles del municipio. En cambio a los turistas les asusta la idea de observar a encapuchados envueltos en sus trajes militares rondando con metralleta en mano como si fuera de lo más natural del mundo.

Cerca del mercado, tres jóvenes en patines, se deslizaban velozmente entre la muchedumbre, un ave negra bajó para tomar con su pico algunas migajas de pan, y un vagabundo de piel negra platicaba con el aire. Juventud, alas y desamparo. Un pequeño retrato de la sociedad.
El Malecón se encontraba mudando de piel, la remodelación le venía bien. A la mitad del paseo descansa una botella de Coca-Cola llena de thiner y un nivelador. Algunas piezas de adoquín brillaban, pero por su ausencia. Un grupo de trabajadores colocaba una pieza de metal negro para terminar de adornar las recién estrenadas bancas de mármol.
Una especie de viajeros llenos de mercancías ha decidido detenerse a mostrar los productos que traen desde tierras lejanas, ellos mismos dicen que son de Cuba, de Europa, pero con exactitud todo lo traen… de sus hogares. Entre los tesoros que traen consigo  se pueden observar relojes quesque de marca, habanos cubanos (con todo y rima), y lentes de sol. Otro tipo de mercantes, ofrecen al paladar de los paseantes algodones de azúcar, hojuelas de papa, platanitos fritos y manzanas con caramelo.
Los paseantes más sedientos han de acudir con “el de los raspados” de la esquina más cercana para refrescarse con una gloria, un raspado que lleva en la parte inferior un plátano bien machacado. Con 25 pesos arman su bebida de hielo y pueden continuar su travesía por la selva de restaurantes, mercados, hoteles, farmacias y tiendas de autoservicio que hay sobre el Malecón.
Por el mar, un yate de dos pisos se aproxima hacia la orilla del Malecón para subir nuevos tripulantes que deseen dirigirse al Fuerte de San Juan de Ulúa. Por otra parte el Querreque, un turibus improvisado, también se orilla pero sobre el asfalto para invitar a los turistas a conocer el Centro Histórico de Veracruz. El turibus atrae más gente, se hace una fila de hasta 50 personas, ¿será porque es más barato?

Cerca de la esquina en donde da vuelta la figura del Malecón, la torre de Pemex permanecía con la cara levantada, propiciando la envidia de Venustiano, quien jamás podrá igualar físicamente la altura de la “señora de los petróleos”. Ya antes habían tenido alguna animadversión cuando la torre le robó por un tiempo al edificio que se encuentra a las espaldas de la estatua de Carranza, el tan codiciado faro. La luz de la costa.
Al fondo del paseo, casi a topar con pared (o más bien con el mar abierto) se encuentra la macroplaza del Malecón, la cual ha sido testigo del paso de artistas de la talla de Celia Cruz y Armando Manzanero.  Este año no se han realizado eventos como solía suceder. Sin embargo, los habitantes esperan que pronto se pueda volver a desarrollar un concierto de esas magnitudes. Los tíos piden a Juan Gabriel o a la Sonora Santanera… los jóvenes a los Auténticos Decadentes, a Zoé.
Empieza el atardecer y el Malecón se inunda de oleadas de paseantes, de habitantes de la región que salen a tomar el fresco, los turistas a tomar fotos o un café, los enamorados por un regalo. Un hombre se acerca a una vendedora quien lleva sobre sus brazos una decena de ramos de flores y sobre su rostro moreno unas arrugas pronunciadas. Detrás, en el chal, carga a un bebé de 1 año recién cumplido.
El hombre compró un ramo y continuó su camino, sus ojos parecían cantar una canción de Café Tacvba “Y que cada estrella fuese una flor y así regalarte todo un racimo de estrellas.” La noche se torna azul marina, el calor disminuye, el viento sopla con serenidad. La gente se escurre, el tiempo transcurre, la luna asciende hasta posarse en el hombro del  Malecón, el lugar que siempre está en movimiento, ideal  a estas horas para disfrutar de un paseo templado sobre el suelo más diverso de Veracruz.
Las luces del alumbrado público se han encendido. Dos mujeres ataviadas de maquillaje en el rostro que caminaban con porte sobre sus tacones de cinco centímetros luciendo sus mejores minifaldas, convertían al Malecón en una auténtica pasarela. Más noche, cuando hasta la luna comenzaba a dormir, convertían el lugar en un burdel. “¿Qué pasó si me vas a dar esta noche mami?” preguntó una de ellas en tono de broma a una mujer que conversaba con un grupo de estudiantes. “Esta noche no” le respondió con una sonrisa.
“Yo no me regresaría  a México ni de chiste, el Malecón siempre ha sido una cosa muy bella para todos los veracruzanos” asegura alegremente una tía que es como se les llama a las personas de la tercera edad en Veracruz, que se dirigía junto con su esposo a las noches de danzón, en el Zócalo. La noche apenas comienza, el Malecón se convierte en un carnaval, sonrisas por aquí, conversaciones por allá, pompas de jabón por allí, pompas de mujeres por acullá.
Así es como se mira el  Paseo Insurgentes Veracruzanos, mejor conocido como el Malecón de Veracruz, que fue inaugurado por Porfirio Díaz a comienzos del siglo XX,  construido con la intención de ser un lugar de esparcimiento para los habitantes.
El pasado del lugar se aparece como un fantasma sobre las nuevas estructuras arquitectónicas, sobre lo urbanizado. El tranvía atraviesa a los automóviles, alguien suena el silbato, es el maquinista que viene a pedir un café a La Parroquia. Los niños juegan a las escondidas en el suelo arenoso. “El Llorón de Icamole”, el General Porfirio, anda entre los turistas, atravesando el silencio del Malecón del siglo XX.
Sin embargo, la cuatro veces heroica ciudad de Veracruz disfruta del presente, goza de su Malecón, el lugar que sopla, grita, reúne, arrulla, divierte, tranquiliza, enamora. Aquél en donde la historia, la modernidad, la tradición y los pasos de las generaciones convergen. El Malecón sucede hoy.